viernes, 14 de agosto de 2015

El sol sale para todos

En el pueblo madrileño de Morata de Tajuña hay (o había la última vez que estuve allí, hace unos 10 años) un bar llamado El Sol Sale para Todos.

Desconozco por qué se llama así, pero el nombre dice la verdad.

Cuando el sol sale en el cielo, lo hace para todos, sin importarle nuestra raza, nuestro sexo, nuestra ideología o creencia. Ni siquiera le importan nuestros hechos. Simplemente, sale y nos alumbra. Siempre.

Porque, aunque nosotros veamos nubes y lluvia, si ascendemos más arriba de esas nubes, nos encontraremos el azul cielo y el sol en toda su plenitud.

Pues así deberíamos ser las personas, luces permanentes, que a veces son ocultadas por nubarrones, cuando estamos enfadados, tristes o asustados. Pero esas nubes deberían ser pasajeras, y no aparecer nunca o casi nunca. Deberíamos ser soles, alumbrando a los demás, transmitiéndoles paz y alegría, en lugar de mal rollito. Es difícil, pero se puede conseguir (y yo debería ser el primero en hacerlo).

Lo que pasa es que muchos somos afectados por los nubarrones de otros. Muchas veces la codicia o avaricia de los gobiernos, el ansia de poder, nos afecta a los ciudadanos de a pie, y su mala gestión de los fondos públicos afecta a nuestra economía, y cuando nuestra economía no nos permite tener una calidad de vida mínima, aparecen esos nubarrones.

Por tanto, como conclusión, necesitamos que gobiernen personas sin nubarrones, que nos alumbren constantemente, que sean sinceros y honrados, más transparentes que un límpido cristal. Solo de esa forma es como todos podremos mostrarnos relucientes, brillantes, y compartir un futuro mejor y más luminoso.

Y espero que este post sirva para reactivar mi blog, parado desde el mes de abril.