miércoles, 6 de noviembre de 2013

Lo que quiero para ti no lo quiero para mi

Ayer estuve viendo la pelicula "Confucio". Aún no he terminado de verla. Cuenta la vida del pensador chino que formaba parte de una de las tres familias que gobernaban el país varios siglos antes de Cristo. En una de las secuencias se habla de una tradición por la que cuando un señor feudal se muere, sus esclavos y familiares más queridos debían ser enterrados vivos junto al cadáver de su amo. Un niño que era esclavo de uno de esos señores feudales huye de su casa para no ser enterrado vivo, perseguido por el ejército. Al celebrarse una asamblea de las familias gobernantes, Confucio aparece con el niño, al que había acogido para protegerlo de su asesinato.
El general del ejército dice que el niño debería ser enterrado junto con el señor feudal fallecido porque así lo manda la tradición. Confucio entonces le pregunta: ¿Tú no eras el general al servicio de ese señor? ¿No decías que no podrías vivir sin él? Pues si tú estás dispuesto a ser enterrado vivo junto a tu señor, dejaré que el niño también sea enterrado.
El general se echó atrás protestando y maldiciendo a Confucio.
El jefe de la asamblea dejó en libertad al niño.

Así funciona el gobierno actual, como ese general del ejército. Nos recortan en todo, nos suprimen la educación, la cultura, la sanidad, las becas, las ayudas a dependientes y desempleados, las pensiones, etc.
Pero ellos no se recortan un céntimo de su sueldo, ni se suprimen asesores o coches oficiales.
Esos son los que nos están gobernando. Generales de ejércitos que imponían su poder siglos antes del nacimiento de Jesucristo. En pleno siglo XXI. Después de Jesucristo.

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