jueves, 5 de junio de 2014

¿Y si la naturaleza se equivoca?

La segunda noticia que me ha impactado es la de una niña de California que nació sorda y, gracias a unos implantes y varias terapias, consiguió aprender a hablar, y sus primeras palabras fueron “soy un niño”. Cuando los padres la vestían de niña o le compraban juguetes de niña, ella se sentía infeliz, siendo totalmente ignorante de lo que es la transexualidad.

Cuando vestían a la niña de Spiderman, le cortaban el pelo y le ponían un equipo de fútbol de niño, se sentía feliz y sonriente.

Así que, ni cortos ni perezosos, los padres de Ryland, que así se llama la niña, la llevan siempre con el pelo corto y la visten con ropa de niño, puesto que, según opinión de profesionales de la medicina, Ryland es un niño que ha nacido en el cuerpo de una niña.

Y esto me ha llevado a la siguiente reflexión: el ser humano tiende, por naturaleza, a equivocarse muchas veces, en algunas situaciones, actos o palabras, nos equivocamos, casi de continuo. Decimos cosas inadecuadas por un pensamiento erróneo o hacemos cosas indebidas por una creencia errónea.

Y si por naturaleza, el ser humano se equivoca, ¿acaso no puede equivocarse también la propia naturaleza? ¿Quién nos dice que todo sea perfecto en el universo? Hay planetas que se desvían de sus trayectorias, cometas que chocan contra mundos, agujeros negros que absorben la materia, etc.

¿Todas esas cosas tienen que estar ahí o la naturaleza se descontrola a veces? ¿Los huracanes, las inundaciones, los terremotos, no son errores de la naturaleza? ¿Y por qué no se puede equivocar la naturaleza al meter la semilla de un niño en el cuerpo de una niña? ¿Quién nos dice que no hay un error en la cantidad de genes masculinos y femeninos que proporciona un aspecto de niña pero un alma de niño en el cuerpo de un recién nacido?

¿Cuánto sabemos sobre la naturaleza del ser humano y la genética? ¿Sería posible que la naturaleza se equivocase en la concepción de una persona?


Creo que sería algo importante a debatir. Sacad vuestras propias conclusiones.

800 esqueletos

Hoy me he encontrado dos noticias impactantes. La primera de ellas es que han aparecido casi 800 esqueletos de bebés en un depósito de cemento cerca de un antiguo convento católico. Los bebés fueron enterrados de forma secreta por las monjas de aquel convento, ya que eran hijos de mujeres solteras, y probablemente considerarían que eran hijos del mal. Esto sucedió entre los años 1925 y 1961, época en la que aún siguen encerrados numerosos individuos de la iglesia denominada “cristiana” que, vistos sus actos, de cristiana no tiene nada.

Se barajan como motivos de las muertes de los bebés distintas enfermedades como tuberculosis o neumonía, incluso desnutrición y maltrato.

Dejando aparte el tema religioso, me pregunto. ¿Cuántos esqueletos de personas, incluyendo víctimas de guerras como la civil en España, permanecen olvidados bajo tierra en ignorados rincones de nuestro planeta? ¿Cuántas excavaciones harían falta para encontrar todos esos cadáveres? ¿Cuántos de esos esqueletos se habrán desintegrado ya por el paso del tiempo y permanecerán únicamente en el recuerdo de sus seres queridos, si es que los tuvieron?


Solamente un consejo: tened cuidado cuando excavéis en alguna parte. Nunca sabemos cuándo y dónde podremos encontrarnos con un esqueleto, tal vez de un bebé o de un adulto, y tal vez nunca sabremos cuál es la historia que llevó a esa persona a ser enterrada en ese lugar. El pasado guarda muchos secretos, y opino que todos deberían ser desenterrados.

Había una vez una guerra


En un lugar desconocido, en un tiempo remoto, existían dos ejércitos que se encontraban eternamente enfrentados entre sí por el dominio de un territorio.

Cuando dominaban unos, los otros hacían todo lo posible por desprestigiar el trabajo de los gobernantes, con la intención de dominar ellos, y cuando éstos conseguían dominar, los primeros hacían exactamente lo mismo.

Sus insultos, desprecios y amenazas al contrario eran las mismas tanto por parte de unos como de los otros.

Pero un día sucedió que apareció alguien de fuera, un extraño, que venía a traer la paz y la prosperidad al territorio. ¿Y sabéis lo que pasó? Que aquellos dos ejércitos, eternamente enfrentados entre sí, se unieron para derrotar al nuevo enemigo. ¿Por qué?

Porque tenían miedo. Miedo de que no pudiesen volver a gobernar y sacarle todo el dinero a los habitantes de aquel territorio desconocido de un tiempo remoto, y olvidaron todas sus diferencias para enfocar sus soldados contra el pacífico individuo que prometía una vida mejor para todos.

¿Cómo acabó la cosa? No lo sé, porque la cosa aún no ha terminado.


Esto sucedió en el año 2014, en un lugar llamado España. Los dos ejércitos se llamaban PSOE y PP, y el extraño desconocido se llamaba Pablo Iglesias.