Un hombre con el virus del ébola llega a un hospital de Madrid. La dirección del hospital solicita voluntarios para tratarlo. Una mujer se presenta voluntaria, con la buena intención de ayudar en lo que pueda. Ella pensará: "ahora nos darán un curso de tres días, como hacen en otros países, para aprender a tomar las medidas adecuadas y nos darán los trajes apropiados para ello". Pero no, le ponen delante a otra enfermera que, en 20 minutos, se pone y se quita un traje, y ahí se termina el curso.
Después le dan un traje que no se parece en absoluto a los que usan en otros hospitales más profesionales de otros países, sino un traje con el que tiene que cerrar los guantes con cinta aislante, que a algunas personas no les sirven porque no son de su talla, y con esas medidas cutres la meten en la habitación del enfermo.
Una vez que el enfermo se ha muerto, cosa que los técnicos y expertos ya sabía que iba a suceder, con lo que el traslado fue inútil, ella se vuelve a su casa sin que le hagan una revisión previa de su estado de salud. Una vez en casa, comienza a notar síntomas de fiebre, pero continúa con su vida normal, y le dice al marido que ni la toque, es más, mantienen una convivencia apartada una del otro, comiendo en diferentes utensilios y durmiendo en distintas habitaciones.
Al aumentar su fiebre, llama al hospital, que va a recoger a la enfermera con una ambulancia normal, sin ningún tipo de protección, y que continúa llevando a otros pacientes durante alrededor de 12 horas, una vez que ya la han trasladado a ella, con el consiguiente peligro de contagio.
Al empeorar su estado de salud, ya en el hospital, deciden ir a su casa para desinfectarla y matar a su perro sin comprobar si está infectado, ante la indignación de numerosas personas y el eco de medios de comunicación de diversos países. Ignorando tal indignación y tal eco, el perro es asesinado, dando una prueba de lo que le importa al gobierno la imagen que este país dé en el extranjero. Una vez asesinado el perro, uno de los técnicos se quita el traje de protección en plena calle, delante del vecindario, sin saber tampoco si ha podido contagiarse de alguna manera, en caso de que el perro estuviese contagiado.
Ahora la enfermera sigue en estado crítico, y para tratar de limpiar su imagen, el gobierno apunta a la enfermera, que se presentó voluntaria, como la culpable de todo el asunto. Si los misioneros se hubieran quedado en África, ella y su perro seguirán vivos y en perfecto estado de salud. Ahora, un perro ha sido asesinado, una mujer se encuentra en estado de salud grave y hay posibilidad de que haya más infectados.
Y por eso, dedico este mensaje al PP:
“El camino del hombre recto esta por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que en nombre de la caridad y de la buena voluntad saque a los débiles del valle de la oscuridad. Porque el es el verdadero guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos. ¡Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos! ¡Y tú sabrás que mi nombre es Yahvé, cuando caiga mi venganza sobre ti!”
Si habéis visto la película "Pulp Fiction", ya sabéis lo que vendría ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario