El pasado sábado se clausuraron las
XVIII Jornadas del Cómic de Avilés con la presencia de James
O'Barr, creador de un mito del cómic y símbolo de la cultura
gótica: El Cuervo.
Parapetado tras la sombra que
proyectaba la visera de su gorra sobre su rostro (una gorra que nunca
se quitó en público), narraba hechos de su infancia y nos descubrió
que era un hombre muy peculiar. Un hombre que se crió en un orfanato
de Detroit, siendo el único chico blanco y con el que nadie quería
jugar, así que no tuvo más remedio que apañárselas solo. Allí
fue donde comenzó su afición por dibujar. Más tarde, a los 16
años, encontró el amor, y tres años después le fue arrebatado por
un conductor borracho que solo estuvo tres meses en prisión.
Tras ese fuerte impacto se fue al
ejército, donde permaneció varios años y al regreso, tras muchos
avatares y movido por su furia mezclada con tristeza, creó el
personaje del Cuervo, un héroe oscuro y atormentado que vuelve del
más allá para vengar su muerte y la de su prometida a manos de un
grupo de delincuentes.
Pero lo que realmente me asombró de James O'Barr
fue su voz, una voz muy varonil, adornada por muchos “ammmm” y
“you know”, pausada y profunda. Una voz que me evocaba una vida
de sufrimiento, aunque después el dinero llegó a su vida merced al
éxito del personaje que creó, y que será de nuevo adaptado al
cine, pero aún así, en esa voz tranquila pero consciente se reflejaba una gran personalidad marcada por la tragedia y el no darle importancia al éxito conseguido. Porque como todos sabemos, hoy puedes ser rico no solo en dinero, sino en amor o en trabajo, pero mañana, si le apetece, la vida te lo puede arrebatar todo.
Pero qué voz... YO QUIERO ESA VOZ.
Genial
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