Se dice que todos tenemos una vida interior. Y es cierto. Yo hablo mucho conmigo mismo, y pienso mucho más conmigo mismo, en cosas que hice y en cómo las debía haber hecho, en cosas que dije y en qué debería haber dicho, en cosas que tengo que hacer y en cómo enfrentarme a ellas, en cosas que tengo que decir y en cómo las diré, e incluso vivo situaciones ficticias que pretendo alguna vez sean reales y otras totalmente fantásticas que sé que nunca se harán reales. Y supongo que a todos nos pasará algo parecido.
Pero quien realmente puede decir que tiene vida interior es una mujer embarazada.
Hoy he visto a una, y me he preguntado: ¿qué sensaciones pasarán por su cuerpo y su mente durante esos nueve meses que lleva una vida dentro? Una vida que algún día saldrá de su cuerpo, crecerá y tendrá su propia vida interior, y más si es una mujer y también se queda embarazada.
¿Qué siente una mujer cuando nota el niño o niña dando pataditas, moviéndose, respirando dentro de ella?
¿Qué siente tras el parto, cuando ya ha pasado el dolor y ve por primera vez el rostro de ese ser que ha permanecido dentro de ella durante nueve meses? Que se ha formado y ha crecido a partir del espermatozoide, la semilla que el hombre depositó en su óvulo, que se ha alimentado de ella a través de su cordón umbilical, que la mira por primera vez y le llama mamá cuando ya tiene facultades para hablar, que le sonríe cuando ella juega con él, o le mira triste cuando ella le regaña.
Nunca llegaré a sentir eso que sienten las mujeres cuando llevan una vida dentro. Pero seguro que es algo muy bonito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario