Hace unos meses participé en un concurso en el que necesitaban un Papá Noel para un centro comercial. El ganador del concurso-casting se llevaría como premio 1200 euros, pero para ello debía estar durante la campaña de Navidad disfrazado de Papá Noel, haciéndose fotos con la gente, repartiendo caramelos y folletos. Es decir, que cobraría 1200 euros por hacer un trabajo.
Pero te lo vendían como si el trabajo fuese un premio. Y no es así.
Vemos en televisión que, actualmente, cuando alguien consigue un trabajo, llora y lo celebra como si le hubiese tocado la lotería. A esos extremos hemos llegado. Cuando lo normal es que todos tengamos un trabajo, porque forma parte de la vida, hay que trabajar para ganarse un sueldo digno y vivir, eso no es ningún premio.
Pero gracias a la nefasta labor de los gobiernos en este país, es lo que nos queda. Celebrar que encontramos trabajo como si nos tocasen millones en la primitiva.
Un gobierno que merezca ese nombre debe gestionar los recursos de un país de forma correcta, consiguiendo que cada ciudadano tenga acceso a un trabajo, una vivienda, un sueldo apropiado, en resumen, una vida que vivir.
Deberíamos celebrar únicamente la suerte en un sorteo. Porque trabajar no es un premio, es un derecho y un deber. Todos necesitamos trabajar y todos debemos trabajar, ser productivos.
Puede que a alguien le toque un premio en un sorteo, muchos miles o millones de euros. Puede permitirse no trabajar y vivir la vida gastándose todo el dinero, pero eso no es el común de las personas. No todos somos millonarios. Y aunque lo fuésemos, hay que ser productivos igualmente. Alguien tiene que elaborar el pan, cuidar los animales que después formarán parte de nuestra alimentación, cazar, pescar, poner instalaciones eléctricas, conducir vehículos como taxis, autobuses, trenes, atender y curar enfermos, vigilar la seguridad de las personas, etc. Y, también, gestionar los recursos del país.
Y si nadie trabajase no tendríamos comida, ni seguridad, ni regulación de la circulación, ni entretenimientos, ni sanidad, ni educación, ni habría quien nos reparase las averías caseras, ni nada de nada.
Por lo tanto, es imprescindible que trabajemos, en algo que nos guste y que sea productivo. No tiene porque ser un trabajo desagradable para nosotros o mal pagado. Hay gente que disfruta haciendo su trabajo.
Esa es la clave, buscar lo que nos gusta, trabajar en lo que nos hace sentirnos bien y, además, ganar dinero con ello. Ese es el único secreto. Así de fácil.
Buscad vuestra área de trabajo, vuestra afición, hobby, actividad favorita. Buscad mercado para esa actividad y poneos en marcha. Es difícil porque hay mucha competencia, pero con creatividad siempre se puede encontrar un hueco.
Pero recordad, trabajar es algo que todos merecemos tener y debemos realizar. No es un premio. Por mucho que este gobierno nos quiera vender como un premio el que se reduzca el paro. Al contrario. Es lo que tiene que pasar. Que el desempleo se termine y todos tengamos un trabajo digno.
Mientras eso no suceda, no estamos para celebraciones.
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