lunes, 15 de julio de 2013

Un día único

Ayer, domingo, me invitaron a comer paella. Yo creí que iba a comer y después nos volveríamos a casa. Pero no, después hubo merienda, partida de chinchón y hasta cena con unas costillas y panceta riquísimas. No me lo esperaba, así que lo disfruté más que si lo hubiera sabido.
Esa es una de las buenas cosas de la vida, lo inesperado.
A veces vivimos situaciones imprevisibles que, en ocasiones son desagradables, pero la mayoría de las veces constituyen una sorpresa o, como mínimo, una bonita experiencia. Ese fue el caso. Porque sobre todo, lo que más hubo fueron risas, incluso carcajadas, hubo magia, hubo revelaciones, me sirvió para conocer un poco más sobre varias personas que veo a diario pero con la que apenas hablo del pasado.
En esta ocasión fue una reunión sobre la marcha, sentados en sillas de plástico y preguntándonos cosas un poco en plan de cachondeo, pero aprendí algo más de todos ellos, y cuanto más conoces de una persona, más cambia tu visión sobre ella. Eso es importante, el conocimiento de los demás, el intercambio de experiencias con el fin de aprender. Todo en la vida nos sirve para aprender.
Y sí, fue un día único. Puede que lo repitamos, puede que haya de nuevo paella, partida de chinchón, costillas y panceta, pero habrá algo que no será igual. Las conversaciones.
No volveremos a hablar de lo que ya hemos hablado. Surgirán nuevas revelaciones y nuevas lecciones de vida. Y seguiré aprendiendo.
Espero con ansia que llegue ese momento.

1 comentario:

  1. Yo tengo el placer de ser uno de los que estuvo en esa reunión de amigos. Aunque si me esperaba que la reunión fuese hasta la noche.
    En lo demás estoy de acuerdo contigo, no podría expresarlo mejor.
    Yo también espero con ansía que se repita una situación parecida, ya que como tu dices, fue un día único, e irrepetible.
    Siempre podemos llenar nuestras vidas, de momentos únicos con los amigos, tan solo es proponerselo.
    Víctor M.

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